Acabado el Final Fantasy XII

Y se acabó… mi paciencia!

Después de casi 80 horas de juego, en las que he realizado más o menos la mitad de las tareas opcionales, me cansé del juego. Jugaba con desgana viendo que lo único que acababa ofreciendo el juego eran tareas de chinos que te obligaban a ir de una punta a otra del mapa, enemigos demasiado fuertes para tu nivel, o largas mazmorras sin recompensas seguras (ya que algunos objetos aparecen de forma aleatoria).

Cansado, porque aunque el mundo de Ivalice es largo y una belleza visual, recorrerlo es aburrido. Aunque hay cientos de tareas posibles la gran mayoría de ellas es imposible hacerlas sin guía y uno se siente bastante perdido al llegar a según que zonas.

Cansado, porque por mucho que configures los Gambits al final el 90% de los combates van a ser siempre iguales, independientemente del enemigo. Al perderse la interacción del combate es posible incluso ir pasando las pantallas tocando solo la palanca de movimiento. Esto hace que desconectes y lo único que te preocupe es salir de allí cuanto antes.

Cansado, porque el tablero de licencias es demasiado simple y pequeño (nada que ver con el inmenso mapa de esferas del FFX, casi lo tengo lleno con todos los personajes) y el que tengas que comprar la magia y las técnicas limita demasiado el desarrollo.

Cansado, en definitiva, de intentar ser completista y conseguirlo todo. Jugar sin guía me hizo quedarme sin ganas de ir “a por todo”, así que decidí acabar el argumento.

Y… el último clavo en el ataúd. La historia había comenzado bien: Naciones en guerra, una poseyendo “armas nucleares” parece decantar la balanza. Personajes interesantes y enemigos como los jueces, que visualmente y por historia se entreveían como personajes carismáticos.

Pero poco a poco se va desinflando, la historia pierde cualquier tipo de sentido con la aparición de unos seres místicos que quieren controlar el destino de la humanidad (o algo así). No se sabe muy bien porque nos van llevando de un lado para otro hasta que conseguimos llegar a una larga (y soberanamente aburrida) pantalla en una torre donde el argumento nos pone en las puertas del final…

Aquí uno puede irse a dar vueltas por el mundo, y hacer todas las cositas que han quedado por hacer, pero ya que había llegado hasta ahí tenia ganas de acabar el juego y ver como acababa la cosa… y… VAYA MIEEEEERDA FINAL.

Hale, ya lo he dicho, pero es que es verdad. La pantalla final es no tiene ni chicha ni limoná, ni siquiera tiene nada “de historia”. Te enfrentas a un enemigo que, al estilo Dragón Ball, se va transformando en uno más poderoso hasta que la palma y… happy ending… porque sí. Se acabó la historia y ya puedes volver a la última partida guardada, porque parece que el objetivo del juego no puede ser llegar a este final.

Pero mira, que yo casi qué ya paso, ¿eh?

Ahora estoy empezando a jugar a uno más antiguo, Star Ocean, que de momento tiene una historia que me esta enganchando y una de las mejores bandas sonoras que he oído nunca y con esto tengo cubiertas mis necesidades consoleras por el momento.