Padres con niños en el Mercat

Además de ser centro neurálgico de frikis y freaks (no confundir, oigan), el Mercat de Sant Antoni suele ser un sitio para pasear en familia.
Cada semana pasan por delante de mi parada decenas de padres con sus hijos, que miran las paradas con ojos como platos y se aceleran cuando ven algo que les gusta. Es lógico y natural, que los niños son niños.

Y claro, ves de todo. Ves a madres que se gastan 20 euros en un libro de Crepúsculo y cuando el niño les pide un manga de 5 euros les dice que no, que es muy caro, y a padres que le compran al niño todo lo que pide sin demasiado criterio.
Y no es eso, ni lo uno ni lo otro, creo que si llevas a tus hijos a un mercadillo de cosas frikis no comprarles nada tiene que resultar frustrante para ellos, pero que si les compras todos los caprichos tampoco les ayudas. Por eso me encanta cuando vienen los niños con su propio dinero, su paga o ahorrado con esfuerzo, y compran el manga, la carta de pokemon o la cosa que les apetece. Libertad y responsabilidad...

Pero estoy divagando... todo este post viene por un par de cosas que vi ayer, que me hicieron pensar.
Por un lado paso una madre con su hija, de unos seis o siete años se paro a mirar el tomo:

tras ojearlo, con ojos como platos y una sonrisa de oreja a oreja le dijo a la mami "¿Me lo compras?"... a lo que la madre respondió "No, no, eso es para mayores".
¡Amos señora! ¿Ha mirado lo que le estaba enseñando su hija? Es algo perfecto para alguien como ella...

Por otro lado, vino otra madre con su hija, de unos diez años, que cuando vió esto:


lo cogió, le dijo a su madre "¡Este es el que buscaba!". La madre paga y yo le pregunto "¿Seguro?".... "Si si, que compramos en el quiosco el comic y se había quedado con el hueco".

¡Cosas como estas te hacen creer que aún hay esperanza!

Una de cal y otra de arena...